Asegúrate de consumir alrededor de 2 litros (aproximadamente 8 vasos) de agua al día. Adapta tu ingesta según tu nivel de actividad física, el clima y tu salud general. Utiliza la regla de 8×8 o calcula tu ingesta según tu peso corporal, bebiendo aproximadamente 35 ml de agua por kilogramo de peso.
Observa el color de tu orina como un indicador de hidratación. Una orina clara o de color amarillo pálido generalmente indica una buena hidratación. Mantén un registro de tu ingesta de agua y ajusta según sea necesario para asegurarte de estar bien hidratado.
Además del agua, incluye bebidas saludables como infusiones y tés sin cafeína, y agua con sabor natural infundida con rodajas de limón, pepino, menta o frutas. También, consume alimentos ricos en agua como frutas (sandía, melón, naranjas, fresas) y verduras (pepino, lechuga, apio, tomates), así como sopas, caldos y yogures.
Bebe 500 ml (aproximadamente 2 vasos) de agua unas dos horas antes de la actividad física. Durante el ejercicio, consume pequeñas cantidades de agua (200-300 ml) cada 20-30 minutos, especialmente si el ejercicio dura más de una hora o se realiza en condiciones de calor. Después del ejercicio, repón los líquidos perdidos bebiendo aproximadamente 500 ml de agua por cada 0,5 kg de peso perdido durante la actividad.
Presta atención a síntomas como sed intensa, orina oscura y escasa, fatiga, debilidad, mareos y confusión. Si experimentas estos síntomas, bebe agua de inmediato y asegúrate de mantener una buena hidratación a lo largo del día. Evita llegar a un estado de deshidratación severa, que puede causar piel seca y pálida, palpitaciones y baja presión arterial.
Lleva siempre una botella de agua reutilizable a mano para recordar beber agua durante el día. Establece recordatorios en tu teléfono o usa aplicaciones para beber agua regularmente. Bebe un vaso de agua con cada comida y aumenta el consumo de alimentos ricos en agua. Monitorea el color de tu orina como un indicador de hidratación y reduce el consumo de bebidas deshidratantes como las que contienen cafeína y alcohol.
En climas cálidos y húmedos, aumenta la ingesta de agua debido a la mayor pérdida de líquidos por el sudor. En climas fríos, recuerda hidratarte, ya que el aire frío puede ser seco y provocar deshidratación. En altitudes elevadas, incrementa el consumo de agua, ya que la altitud puede aumentar la pérdida de líquidos a través de la respiración.
Si tienes condiciones médicas específicas, como insuficiencia renal, que pueden requerir una restricción en el consumo de líquidos, consulta a tu médico para obtener recomendaciones personalizadas. También, si estás tomando medicamentos que afectan el equilibrio de líquidos y electrolitos en el cuerpo, ajusta tu hidratación según las indicaciones médicas.
Implementar estas prácticas y estrategias de hidratación puede ayudar significativamente a mantener un estado de salud óptimo y prevenir problemas asociados con la deshidratación. Mantenerse bien hidratado es un aspecto clave para la salud y el bienestar general, especialmente para un hombre de más de 40 años.
*Toda la información aquí contenida se publica con fines informativos y no reemplaza la evaluación de un(a) Médico(a) capacitado(a) para hacerlo. Todo método, procedimiento y/o equipo aquí descrito puede variar por médico y sucursal sin previo aviso. Ante cualquier duda, consúltanos directamente.