La gripe, también conocida como influenza, es una infección respiratoria que afecta a personas de todas las edades, pero en los niños puede presentarse de manera más intensa y requerir atención especial. Reconocer los síntomas a tiempo es clave para brindarles el cuidado adecuado y evitar complicaciones. A diferencia de un resfriado común, la gripe suele aparecer de forma repentina y con síntomas más severos.
En los niños, los síntomas típicos de la gripe incluyen fiebre alta (generalmente superior a 38°C), escalofríos, dolor de cabeza, dolor muscular, fatiga extrema y tos seca. También pueden presentar congestión nasal, dolor de garganta y en algunos casos, malestar gastrointestinal como náuseas, vómito o diarrea, síntomas que son más comunes en los pequeños que en los adultos. La combinación de fiebre alta y decaimiento puede hacer que el niño luzca especialmente cansado o irritable.
Es importante vigilar la evolución de los síntomas, ya que en algunos casos la gripe puede complicarse con infecciones secundarias como neumonía o sinusitis. Si un niño presenta dificultad para respirar, dolor en el pecho, confusión, fiebre que no cede o signos de deshidratación (como labios secos o falta de lágrimas al llorar), es fundamental buscar atención médica inmediata. La detección temprana y el tratamiento adecuado pueden hacer una gran diferencia en su recuperación.
Además de consultar al médico, mantener al niño hidratado, permitirle mucho descanso y seguir las recomendaciones médicas son pasos esenciales para su recuperación. La vacunación anual contra la influenza sigue siendo la mejor estrategia preventiva, especialmente en los pequeños menores de cinco años, quienes están en mayor riesgo de presentar complicaciones.
