Mantén la Hidratación: Asegúrate de que tu hijo esté bebiendo suficientes líquidos, como agua, caldos tibios o té sin cafeína. La hidratación es clave para aliviar la congestión y mantener el cuerpo fuerte mientras combate la infección.
Fomenta el Descanso: El descanso es esencial para que el cuerpo de tu hijo se recupere de un resfriado. Anímalo a dormir bien y a tomar siestas si lo necesita. Evita actividades físicas intensas hasta que se sienta mejor.
Utiliza un Humidificador: Mantén el aire de la habitación húmedo con un humidificador de vapor frío, especialmente durante la noche. Esto ayudará a aliviar la congestión nasal y hará que la respiración sea más fácil.
Monitorea la Fiebre: Si tu hijo tiene fiebre, consulta con su pediatra sobre el uso de paracetamol o ibuprofeno para reducirla y aliviar el malestar. Siempre sigue las dosis recomendadas y nunca administres aspirina a un niño.
Proporciona un Entorno Tranquilo: Crea un ambiente cómodo y relajado para que tu hijo descanse. Mantén la habitación a una temperatura agradable, con poca luz y ruido, para facilitar el sueño y la recuperación.
Evita la Propagación del Resfriado: Enseña a tu hijo a lavarse las manos con frecuencia, a cubrirse la boca al toser o estornudar, y a evitar compartir utensilios o juguetes con otros niños mientras está enfermo.
Confía en tu Instinto: Como padre, conoces mejor que nadie a tu hijo. Si algo en su comportamiento o en sus síntomas te preocupa, no dudes en consultar al médico para obtener orientación.
Proporciónale Cariño y Apoyo: Los resfriados pueden hacer que los niños se sientan malhumorados o vulnerables. Tu atención y afecto les brindarán el consuelo que necesitan para superar el malestar y recuperarse más rápido.
*Toda la información aquí contenida se publica con fines informativos y no reemplaza la evaluación de un(a) Médico(a) capacitado(a) para hacerlo. Todo método, procedimiento y/o equipo aquí descrito puede variar por médico y sucursal sin previo aviso. Ante cualquier duda, consúltanos directamente.